jueves, 6 de agosto de 2009

Lo cotidiano permanece

Las coediciones son un escape a la crisis editorial. Gracias a ellas las pequeñas editoriales en el país, sobre todo las independientes y las universitarias, logran mantenerse a flote. Digo pequeñas no porque sus ediciones sean menores, sino porque están lejos de tener la infraestructura y alcances de las editoriales comerciales. En este sentido, la Universidad Autónoma de Nuevo León y Aldus nos entregan La luz del muro de Óscar Efraín Herrera (Monterrey, 1962).

Todos en la vida somos sobrevivientes, el poeta lo es en otro sentido, y en este caso Efraín Herrera lo es en varios. Trataré de explicarme. Si alguien es capaz de mantener viva la llama de la poesía después de haber pasado una y otra vez por quirófanos, pasillos con olor a desconsuelo, quimioterapias y despedidas y caminar con muletas es que de verdad la palabra tiene algo de magia.

El poeta regiomontano, autor de pocos pero contundentes libros, entre ellos La ganancia y la pérdida (1992), Camino hacia mis huesos (1997) y Cicatriz sin orillas (2007), fue becario del INBA a mitad de los ochenta, de donde recuerda las laboriosas horas de taller con Raúl Renán y las librerías de viejo.

Desde Monterrey, ciudad luminosa aunque presa en la indiferencia y la depredación literaria, Efraín Herrera anima la editorial Diáfora entre carnes asadas y tragos de amistad.

Y qué mejor despedir las noticias de este mes con un texto poético que es parte de la labor cómplice entre Aldus, la UANL y el poeta mismo. Mientras otros se quejan de las arrastradas que les da la vida, Efraín Herrera apuesta por ella y por el sentido irónico, luminoso, contemplativo y certero de las cosas.

“Recolecto pequeñas piedras,/ cansadas palabras caídas de algún libro/ que no llegaron a la imprenta.// Recolecto guijarros de colores,/ alientos y salva endurecidos/ que no encontraron labios afines.// Recolecto fragmentos que en otro tiempo/ fueron instrumentos de amor,/ gotas de espera, cabellos de paradojas,/ ceniza de abrazos…// Recolecto adjetivos, papeles olvidados durante la procesión.// En mi bolsillo caben los adjetivos del mundo.// Soy el adjetivo que me encuentro,/ la palabra que me bautiza en la calle”.

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